LA TERCERA NOVILLADA DE
LA TEMPORADA. LOS TRES MATADORES SALEN EN HOMBROS 14-3-54
Buena novillada la de
ayer. Hubo toreros y hubo toros y sin la inseguridad del tiempo, se habría
llenado la plaza, porque el cartel en general y particularmente la
repetición de "Chamaco", tiraba con fuerza.
En primer lugar se
corrió un novillo de los Herederos de Galache, que dio excelente juego y
después, cinco del Vizconde de Garci-Grande que, si por su presentación
componían una corrida de toros, por su resultado merece plácemes al ganadero y
por eso fueron justos los aplausos tributados al mayoral. El sexto toro fue el
más poderoso y más grande.
Luís Díaz, el primer matador, oyó música en sus dos
faenas de muleta, mucho más lograda la segunda que la primera. En la aplicada
al Galache, pinchó cuatro veces y descabelló al primer intento. En su
mencionada labor con el cuarto demostró que es un novillero muy puesto en
sazón, que torea con holgura, sabe andar entre toros y aclimata a las
condiciones de éstos sus actuaciones y como mató con una buena estocada, le
concedieron una oreja y dio la vuelta a la periferia entre una gran ovación. Se
lució en sus dos enemigos lanceando con el percal.
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Un natural de Luis Díaz al segundo de su lote. |
También a Victoriano Posada le tocaron música en sus dos
faenas. Gran muletero es el salmantino. Con técnica de dominador manejó el
engaño ante el segundo toro de la tarde y hubo pases largos y mandones con la
mano derecha (con la mano izquierda punteaba el enemigo) que produjeron
generalalborozo. Cuatro veces tuvo que herir por no hacer humillar a la res con
la mano izquierda en el ataque. Descabelló a la primera y en premio a su tarea
muleteril, le ovacionaron al dar la vuelta al ruedo. En el quinto llevó a cabo
una faena soberana, a base de pases naturales espléndidos con una y otra mano,
hechos con longitud opulenta algunos de ellos. Los molinetes de rodillas y
otros vistosos adornos produjeron gran alboroto y los aficionados disfrutaron
de la gran labor muletera que se les ofrecía. Y aunque hirió por cuatro veces,
le concedieron la oreja por aclamación y dio la vuelta al anillo a la que
siguió la de los tres matadores acompañados del mayoral de la vacada.
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Victoriano Posada con el segundo toro de la tarde |
El tan traído y llevado Chamaco confirmó la impresión que
produjo el domingo anterior y dio la nota patética de forma arrebatadora
haciendo que el público le aclamara hasta enronquecer. El estatismo y valor
adquirieron en el un sentido temperamental y es tanta la emoción que produce,
que el crítico boga también en la misma marea de sentimientos que el público.
Sus dos faenas de muleta las realizó impávido, sereno, frio, aguantando las
acometidas de las reses sin pestañear y las ovaciones se sucedieron incesantes.
Su primera faena resultó más completa porque, después de un pinchazo, acertó
con media estocada de muerte y como fue cogido al recetarla, aumentó la emoción
de que participábamos todos. Excusado es decir que se produjo un entusiasmo
delirante y que le concedieron las dos orejas, amén de hacerle dar dos vueltas
al ruedo. En el sexto, el mayor de todos y el de más poder, como queda dicho,
fue cogido dos veces y por no acertar tan pronto con la espada, perdió la
oreja. Lanceando de capa, imponente sobre todo en las medias verónicas finales
de la más pura esencia belmontina.
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