Desde Barcelona, la
novillada de hoy para Radio Hospitalet.
Hay toreros de los cuales
el público está pendiente desde que llegan a la plaza y se complace en admirar
hasta los menores detalles que forman el conjunto de su personalidad torera. Y
hay otros que arrastran tras de sí a las masas prendidas en su recia figura de
toreros emocionantes y tremendistas. Pues bien, en estos dos tonos están
Bernadó y Chamaco. El primero, con la emoción estética derramada por todos los
detalles de su persona y el segundo, por la pasión, por esa angustia que sabe
prender en los tendidos.
Bernadó
toreará esta tarde –dicen los aficionados- y vamos a verle torear como se debe
torear, con arte y dominio de la mejor ley. Pero en Bernadó también el público
sabe admirar la elegancia de su vestir, de sus poses y ademanes y sobre todo,
en la naturalidad que imprime a todos los lances y muletazos.
Bernadó es el torero de la
sencillez. De una sencillez que a fuerza de ser natural es el compendio y
resumen de un arte sublime que para sí quisieran muchos. Con Bernadó va la
majestad cogida del brazo y el saber y comprender todas las suertes del toreo.
Hoy Joaquín ha estado inconmensurable toda la tarde con el capote, con el que
ha bordado una serie de chicuelinas portentosas por la majeza y lentitud que ha
sabido imprimirles. Si sólo fuera por este brillantísimo capítulo de sus quites
en todos los toros, como aquel otro personalísimo con el capote a la espalda,
la tarde del gran torero catalán hubiera quedado grabada en el corazón y la
mente de los buenos aficionados. Pero es que además se ha lucido sobremanera al
torear al natural con un son y un duende que solo viendo a este torero se puede
explicar y comprender. Faena justa, recia, profunda. A mi juicio, la faena de
la tarde, en la que han abundado muletazos de gran belleza. Lástima que la
espada al pinchar en dos ocasiones le haya privado del corte de orejas. Pero
una idea de la grandiosidad de su trasteo al quinto de la tarde la da el que
haya tenido que dar dos vueltas al ruedo y que después de salir el sexto toro a
la arena, aun perduraba la gran ovación que el público le tributaba. Una gran
faena adecuada a la elegancia de su vestido verde y plata, complemento
adecuado, estuche precioso en el que iba enfundada esa gran figura del toreo
que es Joaquin Bernadó.
Chamaco ha
formado con su toreo de angustia, un “taco” en su primero al que le sacó muletazos
de todas las marcas, dentro de su inconfundible personalidad. Anotamos unos naturales
arrastrando la muleta que fueron cosa buena. Pero sobre todo, su manera de
torear, sobre la exposición que tuvo su segundo muleteo, queda la verdad clara
y rotunda de que es sin duda ninguna, el mayor taquillero de la actualidad. El
público se vuelve loco viéndole torear y es que en verdad, Chamaco se entrega
en cuerpo y alma a su público que no se cansa de aclamarle. Le han dado la
oreja de su primer enemigo al que mató de una entera de efectos rápidos y ha
dejado en el corazón de todos la angustia que derrama su toreo dramático y la
certidumbre de que en su feudo es muy difícil ganarle la pelea. En su segundo
se enfadaron con él, injustificadamente, puesto que el muchacho se la jugó en
una porfía verdaderamente escalofriante. En resumen: Chamaco sigue
poniendo los pelos de punta con su toreo tremendista y las plazas hasta la
bandera con su fama de torero que sale siempre a darlo todo.
Manolo
Espinosa era, a pesar de ir a la cabecera del cartel, el tercer
hombre de la novillada. Un tercer hombre del que nadie esperaba nada pero que
ha realizado una faena muy bonita en su primer enemigo, con derechazos y
naturales completamente circulares que le hubieran valido la oreja de tener
suerte con la espada, por lo que solo dio la vuelta al ruedo. En su segundo,
estuvo discreto.
Se lidiaron novillos
terciaditos de Garrido y otros tres de Cerroalto, que en conjunto cumplieron, aunque
a regañadientes.-
Curro Fetén, Barcelona, 26
de junio de 1955
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