Monumental

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viernes, 5 de agosto de 2016

"EL GRECO" Y LOS CUATRO MANDAMIENTOS DEL BIEN TOREAR. Barcelona 16-9-54

Con las tablas de la ley del toreo, con esos cuatro mandamientos que son “parar, templar, mandar y cargar”, se dispuso a comenzar su trabajo de redención de la fiesta “El Greco”. Y la multitud reaccionó y supo entender Ahí ha estribado principalmente el triunfo de El Greco, en que supo abrir los ojos del público y hacerles ver la diferencia que va de leer a un autor clásico a un novelista del F.B.I.

"El Greco"


Con esos cuatro dones, con esas cuatro gracias resumidas en dos, personalidad y garbo, dio un curso completo de lo que ha sido y debe ser el toreo. Sus lances a la verónica templadísimos dejaron por un momento al público en suspenso. Pero en seguida reaccionó tributandole una clamorosa ovación. Después vino el mostrar los secretos del temple, del aguante, del pleno dominio, del aplomo y el deslumbrante sol de un arte de privilegio. Quites por chicuelinas en los que el torero giraba con una lentitud, una elegancia y majestuosidad asombrosa. Con la gracia de sus muletazos por alto, de sus naturales, derechazos, pases de pecho. Y surgió ese torero de frágil figura que expuso su buen hacer con tanta sencillez y tal claridad, que hasta los más legos comprendieron. Una gran estocada y tres descabellos precisó para poner fin a su primero, por lo que perdió los trofeos, pero dio la vuelta al ruedo en medio de una gran ovación. En su segundo también le negaron la oreja, a pesar de que el público la reclamó insistentemente, porque pinchó antes de lograr una media lagartijera dejándose ver,  marcando los tres tiempos a la perfección, de la que sale el novillo muerto de los vuelos de la muleta. Le debió ser concedida la oreja que reclamaba la multitud pues todo lo que hizo en este novillo fue de alta categoría. Dio vueltas al ruedo recogiendo una verdadera lluvia de flores y prendas de vestir. Y al final, fue despedido con una gran ovación.

El Greco en un cambio de mano. (Foto "El Ruedo")


LA TARDE TRISTE DE CHAMACO

Hoy ha tenido Chamaco su tarde triste pues, al igual que Hernán Cortés, tuvo que luchar contra los imponderables, en este caso la sosería, mansedumbre y distracción de sus enemigos. Pero el público, acostumbrado a las grandes victorias de Chamaco, le ha abroncado de firme. Aunque en ocasiones, en los destellos de su arte personalísimo, también le ha aplaudido a rabiar. Como en ese apretado quite con el capote a la espalda o en ese o aquel muletazo con la derecha. No tuvo suerte con la espada y escuchó un aviso en el que cerró plaza. Pero esperamos que, al igual que el conquistador extremeño, logre el próximo domingo la victoria, volviendo a conquistar a la multitud.

VICTORIANO ROGER VALENCIA, EN LA PENUMBRA

Ha estado Victoriano en ese lugar al que no llega la  luz con toda intensidad. Y ya se sabe, cuando la luz y el calor no llega directamente, cuando estamos bajo un emparrado en la penumbra, nos acomete una pereza dulzona que nos impide emplearnos a fondo. Unos lances de capa aprovechando un momento de luz, unos derechazos y pare usted de contar. Con la espada, breve en su primero y sin suerte en el cuarto.

Se corrieron cinco novillos de los señores Garro y Díaz Guerra, que resultaron manejables, pero para los montados no fueron buenos, pues se quitaban el palo y no entraban con franqueza. El tercero parecía estar avisado y todos pecaron de sosos y blandos. El lidiado en segundo lugar fue de los Hermanos Cembrano (Cerroalto) y dio buen juego.


Curro Fetén.
Barcelona, 16 de septiembre de 1954.

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