Con las tablas de la ley
del toreo, con esos cuatro mandamientos que son “parar, templar, mandar y
cargar”, se dispuso a comenzar su trabajo de redención de la fiesta “El Greco”.
Y la multitud reaccionó y supo entender Ahí ha estribado principalmente el
triunfo de El Greco, en que supo
abrir los ojos del público y hacerles ver la diferencia que va de leer a un
autor clásico a un novelista del F.B.I.
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"El Greco" |
Con esos cuatro dones, con
esas cuatro gracias resumidas en dos, personalidad y garbo, dio un curso
completo de lo que ha sido y debe ser el toreo. Sus lances a la verónica
templadísimos dejaron por un momento al público en suspenso. Pero en seguida
reaccionó tributandole una clamorosa ovación. Después vino el mostrar
los secretos del temple, del aguante, del pleno dominio, del aplomo y el
deslumbrante sol de un arte de privilegio. Quites por chicuelinas en los que el
torero giraba con una lentitud, una elegancia y majestuosidad asombrosa. Con la
gracia de sus muletazos por alto, de sus naturales, derechazos, pases de pecho.
Y surgió ese torero de frágil figura que expuso su buen hacer con tanta
sencillez y tal claridad, que hasta los más legos comprendieron. Una gran
estocada y tres descabellos precisó para poner fin a su primero, por lo que
perdió los trofeos, pero dio la vuelta al ruedo en medio de una gran ovación. En
su segundo también le negaron la oreja, a pesar de que el público la reclamó
insistentemente, porque pinchó antes de lograr una media lagartijera dejándose
ver, marcando los tres tiempos a la
perfección, de la que sale el novillo muerto de los vuelos de la muleta. Le
debió ser concedida la oreja que reclamaba la multitud pues todo lo que hizo en
este novillo fue de alta categoría. Dio vueltas al ruedo recogiendo una
verdadera lluvia de flores y prendas de vestir. Y al final, fue despedido con
una gran ovación.
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El Greco en un cambio de mano. (Foto "El Ruedo") |
LA TARDE TRISTE DE CHAMACO
Hoy ha tenido Chamaco su tarde triste pues, al igual
que Hernán Cortés, tuvo que luchar contra los imponderables, en este caso la
sosería, mansedumbre y distracción de sus enemigos. Pero el público,
acostumbrado a las grandes victorias de Chamaco, le ha abroncado de firme. Aunque
en ocasiones, en los destellos de su arte personalísimo, también le ha
aplaudido a rabiar. Como en ese apretado quite con el capote a la espalda o en
ese o aquel muletazo con la derecha. No tuvo suerte con la espada y escuchó un
aviso en el que cerró plaza. Pero esperamos que, al igual que el conquistador extremeño,
logre el próximo domingo la victoria, volviendo a conquistar a la multitud.
VICTORIANO ROGER VALENCIA,
EN LA PENUMBRA
Ha estado Victoriano en ese lugar al que no llega la luz con
toda intensidad. Y ya se sabe, cuando la luz y el calor no llega directamente,
cuando estamos bajo un emparrado en la penumbra, nos acomete una pereza dulzona
que nos impide emplearnos a fondo. Unos lances de capa aprovechando un momento
de luz, unos derechazos y pare usted de contar. Con la espada, breve en su
primero y sin suerte en el cuarto.
Se corrieron cinco novillos
de los señores Garro y Díaz Guerra, que resultaron manejables, pero para los
montados no fueron buenos, pues se quitaban el palo y no entraban con
franqueza. El tercero parecía estar avisado y todos pecaron de sosos y blandos.
El lidiado en segundo lugar fue de los Hermanos Cembrano (Cerroalto) y dio buen
juego.
Curro Fetén.
Barcelona, 16 de septiembre de 1954.
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