Curro Fetén para "El Redondel" 9-1-1955
Barcelona tiene un rey mago que es como Baltasar, “Moreno”. Un mago que no viene de oriente sino del sur, de Sevilla, con un afán y una fe de triunfo admirable. Porque hay quien dice que este profesional del intríngulis taurino, con este acto de hoy ha demostrado estar loco, que no sabe lo que se hace. Pero descubrir en menos de dos años a dos toreros apasionados y apasionantes es un don sublime.
Barcelona tiene un rey mago que es como Baltasar, “Moreno”. Un mago que no viene de oriente sino del sur, de Sevilla, con un afán y una fe de triunfo admirable. Porque hay quien dice que este profesional del intríngulis taurino, con este acto de hoy ha demostrado estar loco, que no sabe lo que se hace. Pero descubrir en menos de dos años a dos toreros apasionados y apasionantes es un don sublime.
Una figura se va de su lado y él no se inmuta,
porque sabe que la llave del éxito reside en su extraordinario espíritu de
captación de valores y como por arte de magia, se saca de la manga un torero
que en una sola actuación ha acaparado el interés de los aficionados. ¿Es mejor
o peor que éste o aquel? Lo importante es que al muchacho se le discute
acaloradamente con una pasión desorbitada dada la incipiente carrera del
torero. Lo puso en plan de figura grande con un montaje propagandístico que a
muchos les pareció excesivo. Pero es que cuando este rey mago lanzó al torero,
lo hizo con toda la responsabilidad que supone hacer un acto de esta índole.
Es extraordinario celebrar
una novillada en fecha como ésta del 9 de enero, pero Miguel Moreno estaba
seguro de que aunque muchos no habían creído en su profecía, no iba a dar
carbón a nadie. Presentó a un torero en plan de figura de alboroto y puede
decirse que ha salido triunfante en todos los órdenes, taquillero y artístico. Pero
vamos al relato de lo que aconteció en esta primera del año en Barcelona.
La novillada estaba
saliendo con genio pero sin fuerza. Al tan cacareado fenómeno le había salido
un novillo que, al correrlo Piquer, tras una espectacular salida, hincó los
cuernos en la arena y esto le apagó prematuramente el gas. Después se “rompió”
con el peto en la suerte de varas y no hacía el pobre nada mas que caerse. Curro Romero hizo todo lo posible por
sacarle el mayor partido cuidando al novillo con unos muletazos por alto que
evidenciaron que no es lerdo en la materia. El novillo se le quedaba muy corto,
aunque él lo manda mucho y bien. Lo despacha de media delanterilla y otra casi
entera que basta. Y a esperar al sexto de la tarde.
Y sale el sexto y con él
salen de sus casillas los aficionados con una faena en la que el torero en un
alarde de superación constante de su arte personalísimo, hizo que el frío que
paralizaba a los espectadores, se evaporara rápidamente. Dos estatuarios magistrales
que ponen al público en pie, como cuando el novillo se le viene un poco cruzado
y sin enmendarse, liga con un natural largo y mandón y uno de pecho de cabeza a
rabo. Suena la música en un vano intento de sobresalir al griterío ensordecedor
que forman los aficionados en la plaza. Después, impasible, continúa toreando
con la derecha en unos muletazos de mucho sabor y todo ello con un aguante, con
una quietud y con un dominio increíble en un muchacho que lleva tan poco
toreado.
La izquierda, la del pan,
como dicen los castizos, la mueve armoniosa y gallardamente, llevando muy bien
toreado a su enemigo y corriendo la mano como un maestro. Y por si a la cosa
había que echarle más emoción, unas arrucinas escalofriantes y cuatro pases de
pecho para saborear que ha dado el torero de Camas. El público en pie pide que
siga toreando cuando ya se perfilaba para entrar a matar. Lo complace aunque
llevado por el nerviosismo, pierde un momento la noción de los terrenos y el
toro lo prende de manera impresionante contra las tablas, levantándole en vilo
de un pitón. Emoción, desmayos, patatuses, pero el torero vuelve al novillo y
sin mirarse siquiera le propina unas manoletinas de escalofrío. El testarazo le
priva de facultades por lo que, sin fuerza, sólo puede señalar un pinchazo y
otro hondo que bastan, pues el toro se entrega al oportuno cachetazo.
Esta vez no puede librarse
de los banderilleros de su cuadrilla que rápidamente lo conducen a la
enfermería en medio de una gran ovación. Y allí en la enfermería, una de las
dos puertas de la gloria del toreo, le llevan la oreja concedida.
No está hecho aún, qué duda
cabe, pero cuando se placee un poco, cuando lleve toreadas media docena de
novilladas, dará mucho que hablar, mucho más de lo que hoy está dando que
hablar en Barcelona y en España entera. Una novillada y ya está en primer plano
de la actualidad taurina. Este es el mérito de Curro Romero y de Miguel Moreno.
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Curro romero, en el centro, en su presentación como novillero en Barcelona (Foto: El Ruedo) |
Ficha de la novillada:
Miguel
Montenegro ya puede poner un estanco o un almacén al por mayor de
tabaco por cómo le caían los paquetes al terminar la vuelta triunfal del
granadino en el cuarto de la tarde. Y es que Miguel se había ganado la
admiración y la simpatía de los aficionados al banderillear de manera
portentosa a su segundo enemigo haciendo un alarde de superación de par a par.
Fue sin duda alguna esta capítulo lo mejor de su actuación de esta tarde y por
ende, lo que más llegó al público el cual se lo evidenció con grandes
ovaciones.
Montenegro ha estado muy
valiente y pinturero toda la tarde y con unos deseos enormes de triunfar y ya se
sabe que cuando un torero busca el triunfo, éste no suele resistirse. A su
primero le había cortado la oreja entre aclamaciones sin que en ningún momento
se dejase impresionar por los serios achuchones que el novillo le propinaba. El
muchacho toreó con ambas manos con aplomo y se enrabietó y les propinó
molinetes de rodillas muy expuestos a sus dos novillos. Los cuatro muletazos
rodilla en tierra con que comenzó la faena al cuarto de la tarde, hicieron
ponerse al público en pie. Y con decir que cortó la oreja en su primero y que
con el capote dio muestras de un amplio repertorio, amén de que la tizona la
utilizó con suma habilidad, queda resumida esta actuación triunfal del torero
de los Cármenes que al final del festejo fue sacado en hombros.
Antonio
Gallardo sólo evidenció su extraordinaria clase en unos lances
de fina factura. Tiene duende el toreo del gitano, cuando con una quietud
desesperante, con un desmayo indolente en los brazos, se pasa a sus enemigos
por la faja, Las medias verónicas fueron igualmente insuperables y en todo
momento con el capote en la mano, los “mengues” estuvieron de su parte. Con la
muleta, en cambio, salvo en unos ayudados por alto cargando la suerte y un par
de naturales de buen sabor, las precauciones se apoderaron de él. Con la
espada, francamente mal, pero es igual, hay clase en este torero y cuidándolo
puede dar su fruto. Sólo verle torear con el capote ya merece la pena su
inclusión en un cartel.
Se lidiaron novillos de Don
Joaquín Buendía (Santa Coloma) que evidenciaron genio pero que acusaron en general
poca fuerza, por lo que no tuvieron los mentados ocasión de lucimiento.
Alfonsillo, Carbonero y Domingo, fueron los más destacados. Y por los de a pie,
Joselillo de la Calzada, Bulnes, Granito y Mesita.
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Miguel Moreno en la imagen con sus poderdantes: Curro Romero, Antonio Gallardo y Montenegro |
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