PRESENTACION DE VICTORIANO
DE LA SERNA EL DÍA DE LA ASCENSION
Jueves 7 de mayo de 1959
Día de la Ascensión. Victoriano de la Serna alterna con Paco Camino y Alfredo
Sánchez en la lidia de seis novillos de Don Bernardino Jiménez.
Para la fiesta de la
Ascensión preparó la empresa una novillada por demás interesante. La tarde, muy
fría y con un viento huracanado, no se prestó para tal acontecimiento, pero, no
obstante, la Plaza registró una gran entrada.
Victoriano de la Serna
(hijo) es un torero que se sabe la papeleta “de pe a pa”, que sabe estar en la plaza con desahogo y que ejecuta el toreo con gracia y facilidad. Sin duda
alguna, de no haber tal huracán, su toreo hubiese lucido mucho más. En los tres
novillos que tuvo que matar -los dos suyos y el sexto, por cogida de Sánchez—
se lució al torear con el capote y con la muleta, haciendo gala de conocimiento
y buen arte. Sus pases con una y otra mano, al manejar la muleta, merecieron
los honores de música y ovaciones en sus tres enemigos, y como con la espada
está muy fácil, se vio obligado a dar la vuelta en sus dos primeros enemigos y
fue premiado con una gran ovación al finiquitar al que cerraba plaza. Un
triunfo, en suma, el alcanzado por el debutante, que en su recorrido por el
ruedo recogió muchos ramos de flores y prendas de vestir. Por su buen hacer, le
esperamos la semana que viene en una nueva actuación.
Domingo 17 de mayo 1959
EL interés de la novillada de
este domingo estaba centrado en la reaparición de Victoriano de la Serna y la
repetición de Alfredo Sánchez, novilleros que aquí cuentan con gran predicamento.
Compañero de cartel de los nuevos Ídolos novilleriles era el portugués José
Julio. Para tales espadas se había preparado una novillada perteneciente a la
vacada de don Manuel y doña Pilar Sánchez Cobaleda, si bien sólo se corrieron
cinco, siendo el lidiado en primer lugar, de don Julio Garrido, el que dio
mejor juego, sin que los de Sánchez Cobaleda, salvo el corrido en sexto lugar,
que fue peligroso, ofrecieran dificultades de monta.
José Julio se lució
toreando con el capote a sus enemigos, por lo que se ganó constantes ovaciones.
Voluntarioso, valiente y buen torero escuchó música y olés en sus dos faenas
muleteriles, y pese a no haber tenido suerte con la espada, se vio obligado a
dar la vuelta al ruedo en sus dos enemigos, pues la labor del espada había sido
del agrado del respetable, que le aplaudió su intervención con las banderillas
en sus dos novillos, lo cual motivó que fuese sacado al final a hombros.
De lo que pueda o no pueda
significar para el toreo este nuevo Victoriano de la Serna, hijo del
inolvidable y genial Victoriano, sólo Dios y él tienen la palabra. Pero
nosotros nos atrevemos a pronosticar que en Victoriano de la Serna hay una
firme esperanza del toreo, mejor dicho, hay una auténtica y sólida realidad
torera.
Este joven novillero trae
nada más y nada menos que la verdad, la honradez del pase natural, base y
fundamento del toreo. Torero sin adulteraciones, da a su forma de interpretar el
toreo una personalidad auténtica, de verdadera figura. Hoy lo ha demostrado en
su primero —un novillo con genio y poco apto para la faena prefabricada al
torearle, al lidiarle de una forma poco corriente en un muchacho principiante,
y en su segundo — un auténtico toro, con caja y pitones—, al realizarle una
faena, toda sobre la izquierda, en la que el torero corría la mano de forma
admirable en varias series de naturales templadísimos.
Torear y lidiar como un
maestro es lo que ha hecho hoy este Victoriano dé la Serna, al que para nada habrá
que colocarle detrás de su nombre aquello de que es hijo del otro, porque por
sí solo caminará con suficiente fuerza. Con la espada está muy fácil, y cuando
pasaportó al quinto de un pinchazo y un gran volapié le fueron otorgadas las
orejas y dio dos triunfales vueltas al ruedo, siendo sacado al final del
festejo a hombros.
Indudablemente, este
Alfredo Sánchez no tiene suerte. Su primero, un novillo con genio, fue un
enemigo de cuidado, y su segundo, un auténtico barrabás, que cogió de forma
impresionante al portugués y al banderillero de su cuadrilla, al que le hizo un
gran quite a cuerpo limpio el monosabio Francisco Baños, que fue obligado a
saludar en medio de una gran ovación. El muchacho lanceó con apreturas a su
primero, lo banderilleó y le realizó .una faena que fue premiada con una
ovación. Al que cerró plaza,
le realizó una faena plena de valor y conocimiento y lo pasaportó de un
estoconazo.
G. DE CÓRDOBA. "El Ruedo" 1959
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Victoriano de la Serna, en su presentación en Barcelona. |
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