Para “Toros y Deportes” Curro Fetén.
Curro Fetén con Dámaso Gómez en la habitación del hotel en Barcelona, con motivo de su toma de alternativa. |
En el rincón del anonimato
querían dejar a este gran torero madrileño porque era un torero peligroso para
los fenómenos “prefabricados” que de un tiempo a esta parte están tan al uso.
Dámaso era sacado una y otra tarde de los carteles más importantes por los
apoderados de las falsas figuras, que imponiendo el torete despuntado y
anémico, también imponían al torero ejecutor de las normas del inmortal
Llapisera. Si hay algo que reprochar a Llapisera, es que ha permitido que le
copiasen sus trucos y desplantes hilarantes… Querían escamotear a la Fiesta una
gran figura y si de otro se hubiese tratado, indudablemente lo hubieran
conseguido. Pero como Dámaso Gómez sabía a donde iba y por qué iba, ha
aguardado su momento, que no ha sido otro que el momento de los toreros y de
los hombres: la época actual, que bien pudiésemos llamar de neoclasicismo, pues
han vuelto las imperecederas normas del toreo a imperar de nuevo.
En este momento de resurgir
de la fiesta, no podía faltar Dámaso con el inmenso caudal de sus conocimientos
y de su arte personalísimo. Y ahí lo tenemos en primerísima fila desde esta
tarde de su doctorado triunfal por todos los conceptos. Viene a poner las cosas
en su sitio y a ocupar el puesto que le pertenece entre los mejores, del que
fue alejado por las malas artes de los políticos del toro y que no permitirá
que las figuras de laboratorio de los apoderados salgan al mercado dispuestas a
dar el “camelo” a cualquiera.
Decir que esta tarde ha
toreado maravillosamente es cosa por sabida, innecesaria. Ha cortado las orejas
a cada uno de sus dos enemigos y ha dado triunfales vueltas al ruedo entre las
ovaciones del respetable. Y eso que sus dos toros no eran de caramelo, pero
Dámaso ha sabido corregir los defectos de las reses y los ha toreado como ha
querido, corriendo maravillosamente la mano y componiendo la figura con
naturalidad. Se puede decir que esta tarde, un gran torero, ha tomado la
alternativa de manos de otro grande, Julio Aparicio y de testigo el fino torero
sevillano Manolo Vázquez, con los que ha entrado en el escalafón de los grandes
matadores de toros.
Los datos para la historia
serían estos: Dámaso Gómez, luciendo un terno grosella y oro recibió en medio
de una gran ovación los trastos de matar de manos de Julio Aparicio que vestía
de caña y oro, cediéndole el toro “Bombonero”, negro zaíno de la ganadería de
don Alicio Tabernero, de Villanueva de Cañedo, Salamanca, con divisa verde y
marcado con el número 7. Con decir que salió de la plaza en hombros, creemos
haber dado fin a la narración de la actuación del neófito, que como ya decimos,
“viene a quitar muchos moños”.
Julio Aparicio, por no ser
menos que su apadrinado, ha cortado las dos orejas de su segundo enemigo, como
premio a una gran faena por naturales y derechazos de mucho sabor, reposados y
mandones, seguidos de adornos y desplantes muy toreros y de otros no tanto,
como el dar cabezazos al toro. Fuera de ese lunar de cabezazos, toda la labor
de Aparicio ha estado presidida de la gran calidad que sabe impregnar a sus
actuaciones. Y como con la espada estuvo certero, la presidencia le otorgó las
dos orejas del bravo y noble cuarto toro, dando triunfal paseo por el ruedo. A
su primero, segundo de lidia ordinaria, no le pudo hacer nada, pues pese a
haberlo cuidado mucho no dejando que le diesen mas que un puyazo y un solo par
de banderillas, se le ha caído repetidamente por ser blando de manos, por lo
que su labor no ha tenido el lucimiento apetecido. Lo mató pronto y bien.
A Manolo Vázquez se le ha
ido de entre las manos, como por arte de brujería, un éxito de órdago a la
grande. Ha sido en el quinto toro. El sevillano ha toreado primorosamente con
la derecha en varias series de muletazos en redondo, citando completamente de
frente y rematados con pectorales zurdos que han hecho las delicias del
respetable. La música no se ha cansado de tocar y la plaza era un continuo clamor
de olés y ovaciones. Sus muletazos por alto y de costadillo han estado repletos
de ese perfume que solo saben poner a su toreo los diestros de la ciudad del
Betis. Un pinchazo desafortunado que descordó al toro, le ha privado del corte
de la oreja, pero eso es igual, ha dado triunfal vuelta al ruedo y su papel
sigue cotizándose como el que más. En el primero, que era peligroso le ha dado
los muletazos justos y lo ha mandado al desolladero de una buena estocada.
La plaza, con una gran
entrada, como no era menos de esperar. Los toros de don Alicio, nobles pese a
que casi todos se han “acostado” un poquito por el pitón izquierdo. Su única
falta ha sido la blandura de manos, por lo demás, han dado buen juego y han
permitido que los toreros se lucieran.
Barcelona, 25 de mayo de
1953
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